El criterio que emplea la FIFA para hacer la preselección de
los mejores goles del año es un tanto extraño, básicamente porque hay golazos
de distintos tipos. Un gol con treinta pases sin que el rival intercepte es un
golazo, pero un remate de más de treinta metros y desde una posición inusual,
también es un golazo.
Es por esto que
el que convirtió el polaco Tomasz Brzyski del Legia Varsovia contra el Lech
Poznan. En el momento, es difícil asegurar si realmente quiso clavar la pelota
en el ángulo o tirar un centro al área para que algún compañero suyo rematara,
pero lo que le salió es una obra de arte: zapatazo de zurda al segundo palo y a
festejar.
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